martes, 13 de marzo de 2007
Retrato de un cagón

Desde hace años venimos siendo testigos de cómo el club que amamos se va cayendo a pedacitos, minado por un cáncer que lo mata lentamente, le quita lo más preciado que tiene, su identidad, y lo infecta con jugadores y directivos que ni en nuestra peor pesadilla hubiéramos imaginado en la U. Ese cáncer tiene nombre y apellido: Alfredo González Salazar. Más allá de la curiosa coincidencia con las letras A y L, este sujeto siempre dijo ser un crema químicamente puro, pero sus acciones lo delatan como un vulgar cagón cuyo único fin siempre fue continuar viviendo a costa de Universitario de Deportes y del sufrimiento de su hinchada.
El cagón se ufana de sus supuestos éxitos profesionales, cuando, con argumentos, lo acusan de incapaz. Pero como buen cagón, falla de manera garrafal en su defensa, pues olvida mencionar sus fracasos en Santa Fishing S. A., empresa a la que quebró, girando incluso cheques sin fondo a la SUNAT; y en el Banco Continental, donde le detectaron manejos indebidos de dinero. Al cagón le avergüenza decir que perdió su patrimonio personal luego del cierre de Santa Fishing S.A., pero no tiene reparos en recuperarlo saqueando las arcas de la U.
Este cagón, convencido de su incapacidad para el trabajo, se ha convertido en un parásito. Si en 1995 su discurso grandilocuente le sirvió para engañar a socios e hinchas y ser elegido presidente de Universitario - basta con recordar la frase “faltan tres años para que Universitario sea el club más grande de América”-, en el 2001 le valió para llegar al Congreso y hacer realidad su sueño dorado de ser un político profesional: En buen cristiano, alguien que no sólo vive sin trabajar, sino que además acumula grandes cantidades de dinero.
A poco tiempo de ser elegido congresista de la república, el cagón pasaba a las filas del fujimorismo, arrebataba expedientes de la mano de una fiscal, con el desprestigio que esto suponía para la U, y manipulaba según sus conveniencias las investigaciones que implicaban a Otto Carrasco, financista de todas las campañas de González y dueño de las Galerías Mina de Oro, entre los responsables por la tragedia de Mesa Redonda. Tiempo después, aun siendo congresista, el cagón hacía gala de su torpeza: Poco antes del inicio de la Copa América Perú 2005, unas declaraciones suyas dejaban al Monumental fuera del torneo y a Universitario sin los 200 mil dólares que aproximadamente hubiera ganado si la copa se jugaba en su cancha.
Los años pasan, la gente común sigue ganándose la vida con el sudor de su frente, Universitario de Deportes sigue sin levantar cabeza gracias a las pésimas gestiones de la gente que lo dirige - todos ellos chupamedias del cagón que les dio algo de poder - , y el cagón persiste en su intención de seguir siendo un mantenido. Terminado su mandato como congresista, empezó a tocar las puertas de diferentes agrupaciones y partidos políticos. Todos lo rechazaron. Ahora pretende atornillarse en la presidencia de la U. Conciente del rechazo que genera, ha financiado - con dinero del club, será cagón pero no estúpido - el ingreso de nuevos socios bajo la condición de que voten por él. Algunas estimaciones hablan de 400 nuevos socios, provenientes de una empresa de vigilancia, en quienes el cagón tiene puestas sus esperanzas de ser reelecto.
Mientras tanto, el cagón no pierde tiempo y sigue involucrándose en oscuras maniobras, como la de la venta de Juan Vargas al fútbol italiano, donde nuevamente el gran perjudicado fue Universitario. Poco le importan al cagón las acusaciones acerca de su manía de guardarse plata ajena. ¿Renunciar al poder a estas alturas del partido y ponerse a trabajar para ganarse la vida de una manera digna? Ni huevón, pensará este cagoncito, las acusaciones de la gente no le afectan. El sigue en lo suyo, choreando y cagonizando cada vez más a nuestro club. A fin de cuentas, es lo que más le gusta y lo que mejor sabe hacer.
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